La ruta del brujo

Aún sigo en shock, no sé cómo fue, ni en qué momento me subí al avión que me llevaba a ciudad de México, para hacer escala y llegar a mi destino… Fue el 12 de abril del 2017 que llegué al departamento de la persona que me secuestró, yo llevaba una maleta de viaje porque iba a pasar un fin de semana en la ciudad de Xalapa, a las 5 de la tarde me subí a un carro que no sabía cuál era su destino, sólo que me estaba llevando a zonas que desconocía; después de 20 minutos llegamos al aeropuerto de Veracruz. Partimos a la ciudad que les mencioné y dormimos ahí, amaneció y desayunamos porque teníamos que  tomar otro avión

A las 2 de la tarde empecé a ver que el mar no era azul, sino turquesa ¿A dónde iba?!!! ¿Qué estaba pasando?, ¿Porque todo se veía tan bonito?, de pronto anunciaron: estamos a 8 minutos de llegar a Cancún… ¡Quéééééééééé! estaba emocionado, no lo podía creer al fin conocería el caribe.

Llegamos y tomamos el carro afuera del aeropuerto para partir al siguiente destino:

Playa del Carmen y poder comer en las primas de la tostada un establecimiento súper tropical donde comí el mejor taco Holbox de mi vida, relleno de camarón, cebollita morada, aderezo dulce, ummmmm ¡necesito otro! pa’ llevar. Caminamos por la quinta avenida unos minutos y regresamos al carro para llegar al próximo destino… Para esto ya había caído de noche y nos esperaba un largo viaje.

En la noche no pude ver bien lo que había, pero en la mañana ¡wooon! estaba en Bacalar, sí enfrente de la laguna de los 7 colores.

Desayunamos y aprovechamos el sol para andar en kayacks. Fue de las mejores experiencias del secuestro. Quiero confesarles que tengo varios traumas me da miedo el mar, el agua, los gatos, las alturas, casi todo jajaja. Me tomé un momento para pensar y decidí correr el riesgo de remar en la laguna, ya que hay momentos que tal vez nunca se vuelvan a repetir.

Después de mediodía fuimos a conocer el Pueblo Mágico de Bacalar:

Caminamos por el centro, mercado, calles importantes y su zona arqueológica.

Moríamos de hambre y sed y buscamos donde comer:

Terminamos comiendo: atún marinado con piña y pepinos, guacamole, empanadas argentinas y un preparado de camarón en «La playita» un establecimiento muy coqueto en frente de la laguna.

Me enamoré de su barra: quería un gin, mezcal, tequila; necesitaba todo.

Antes de regresar a las cabañas dimos el último recorrido por Bacalar y encontramos un puente que no hizo apreciar el agua cristalina de la laguna, fue un momento maravilloso y de mucha reflexión sobre el impacto que tenemos en el medio ambiente, somos nosotros quienes decidimos si el agua sigue así en 10 años o se contamina en 5 años.

Amaneció y teníamos las maletas listas para regresar a Playa del Carmen.

Llegamos a la playa y corrí a tomarle fotos a estas aves que desde hace algún tiempo me las imaginaba como post en mi instagram @larutadelbrujo.

Caminamos y caminamos…

 Hasta regresar al carro y partir a nuestro último destino:

¡TULUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUM!

Una de las playas más bonitas de todo México.

Comimos en un lugar súper romántico lleno de personas de todo el mundo, con una vista increíble y la mejor compañía de todo los tiempos.

Antes de llegar al hotel pasamos a la zona arqueológica de Tulum.

Estábamos secos necesitábamos algo refrescante, antes de terminar el recorrido nos encontramos a un niño vendiendo paletas de sandía. Nos hizo la tarde, estaban riquísimas.

Llegamos al hotel y corrimos para alcanzar el sol.

No lo alcanzamos, pero como disfrutamos la tarde…

Al día siguiente nos levantamos muy temprano para desayunar, leer, tomar el sol, refrescarnos y regresar a Veracruz.

Así termino mi viaje brujitos; no me alcanzaron las palabras para describir todo lo que sentí, comí y viví. Para mí fue como una luna de miel donde disfrute muchísimo la compañía de una de las personas que más quiero, que más valoro y que se ha vuelto parte de mi vida, de mi día a día. Gracias por todo, perdón por mis dramas, mis berrinches, mis empalagos, mis celos, te quiero y agradezco haberte conocido.

Con cariño, un brujito.